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Los afectados de Platerías y Esgueva tras la inundación: «Por desgracia, estamos acostumbrados»Secciones
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Los afectados de Platerías y Esgueva tras la inundación: «Por desgracia, estamos acostumbrados»Después de la tormenta llega la calma. Un sosiego un tanto relativo entre cubos de agua, fregonas e incluso camiones y furgonetas con mangueras para ... absorber agua. La calle Platerías, una de las más afectadas por la tromba de agua que anegó ayer por la tarde Valladolid, ha amanecido este miércoles con cierta normalidad a simple vista. Basta con recorrer la calle desde la Iglesia de la Vera Cruz hasta el cruce con Vicente Moliner y asomarse a los negocios para confirmar que no es oro todo lo que reluce. Pese a que la calle no presenta agua, salvo cerca de las alcantarillas, ayer anegadas y hoy utilizadas para verter el agua que ha hecho noche en los comercios, el interior de los comercios deja constancia de que el agua ha hecho estragos.
«Si consiguieron que Ámsterdam no se inundara creo yo que lo de la calle Platerías será más sencillo de solucionar», confiesa Maribel de Castro, propietaria de Casa Brígida, en la calle Platerías. Son más de 35 años los que Casa Brígida lleva en la calle ayer anegada por el agua y la propietaria confiesa que «ayer calle Platerías se inundó como siempre ocurre cuando hay fuertes lluvias». «Lo de ayer fue algo excepcional, es cierto, pero calle Platerías se inunda dos veces al año como mínimo. Algún problema hay aquí porque el colector de agua no da a basto. Este es el punto más bajo del centro y llega el agua de todos los sitios», confiesa Maribel de Castro, quien añade: «Yo ayer pensé que llegábamos a la Plaza Mayor a nado».
Las viviendas también se han visto afectadas notablemente por la balsa de agua que inundó la calle Platerías a partir de las 19:30 horas de la tarde. En el número tres de la misma calle, los vecinos confiesan estar «sin ascensor y con los garajes inundados» mientras equipos de limpieza y desatranque comienzan con las labores de limpieza a primera hora de la jornada de hoy. «En los bajos y en los primeros pisos el agua salía por las arquetas de casa», confiesa Maribel de Castro, que además de ser propietaria de Casa Brígida vive en uno de los portales de la calle Platerías.
Cuanto más cerca esté el negocio de la Iglesia de la Vera Cruz peor parado está el interior. «Aunque no se aprecia a simple vista, salvo que te fijes, la calle va en cuesta desde Vicente Moliner hasta la iglesia y los locales más próximos a la iglesia son los peor parados», puntualiza Maribel de Castro.
Es el caso de Moira Antique Jewelry, que abrió sus puertas hace relativamente poco, y se enfrentaba ayer por sorpresa a la tormenta. Miguel Ángel González, director del negocio, está hoy entre fregonas y cubos «recogiendo un poco lo que falta». «El agua empezó a entrar al local a eso de las 19:00 horas de la tarde y lo primero que hice fue desconectar todos los equipos eléctricos y presionar la puerta con toallas», explica el director de Moira Antique. La tienda, que tiene una rampa de entrada y un importante desnivel respecto a la calle «se convirtió en una cascada por todos los sitios llegando hasta el nivel del los rodapiés de la pared», detalla.
Entre los daños materiales, que no son muchos, Moira Antique «al tener el suelo de tarima pues se nos está hinchando en algunas zonas». «Toda la calle me ayudó a limpiar mi local con cubos, estoy muy agradecido», confiesa Miguel Ángel González.
Un poco más cerca de la Iglesia de la Vera Cruz, en el local colindante a Mama Taco y aguardando en la puerta junto a su perro, Susana Molinero confiesa: «Había alquilado este local hace unas semanas y estaba en proceso de reforma para abrir una peluquería aquí pero después de lo de ayer voy a buscar otro sitio». La joven asegura que «el agua ayer me llegaba por la cintura cuando estaba dentro del local», que tiene un par de escalones para bajar a planta.
«Ya habíamos pintado todo el local y ayer por la mañana había sacado enseres para poner todo a punto. Puse una especie de placa de metal en la puerta para que no entrara el agua pero con el paso de los coches por aquí vino literalmente una ola de agua y arrasó con todo», explica Susana Molinero, quien confirma que «la ilusión de abrir el nuevo negocio aquí se ha esfumado por completo».
En la Plaza de Cantarranas, los bomberos, que tienen a todas sus dotaciones disponibles desplegadas por la ciudad, trabajan para sacar el agua anegada en el sótano del bar Divina Comedia. «El agua ha inundado la planta baja unos 20 centímetros», aseguran los bomberos que trabajan durante la jornada de hoy para solventar todas las incidencias.
Otro de los puntos que registró grandes niveles de agua durante la tarde de ayer fue la Plaza de Portugalete en esquina con calle Echegaray. Allí la tienda Cascanueces amanece con un cartel en el que se puede leer «Cerrado por inundación. Disculpen las molestias». Al pasar al interior del establecimiento todavía se pueden ver los estragos de la tromba de agua. «No podemos abrir porque hay que desinfectar todo, al final el agua que entró ayer traía barro y necesitamos tener todo bien para abrir», confiesa Beatriz Cano, de Cascanueces.
«En cuanto vimos con la fuerza con la que bajaba el agua de la zona de la Catedral ya sabíamos que se iba a preparar porque las alcantarillas no dan de sí con tanto agua. Lo primero que hicimos fue cerrar la tienda y atender a los clientes que estaban dentro. Había varias personas mayores y les dimos unas cajas para que no se mojaran», confiesa Beatriz Cano, quien añade: «El agua nos llegaba casi hasta las rodillas, unos 25 y 30 centímetros dentro de la tienda. La tienda no es plana hay zonas más profundas en las que se queda el agua y es más difícil de sacar».
Durante la mañana de hoy Cascanueces permanecerá cerrada porque hay «algunas zonas todavía con barro y equipos y material que se ha roto y estropeado y que tenemos que tirar. Además desinfectar la tienda porque los olores del agua estancada es desagradable. Toca limpieza a fondo y mover toda la tienda y mobiliario», apunta Beatriz Cano. Varios vecinos de la zona -en calles como Echegaray, Arzobispo Gandasegui, Magaña y Solanilla- notificaban ayer por la noche que «el suministro eléctrico no funciona». «A nosotros se nos fue la luz a eso de las 21:30 horas de la noche», respalda la trabajadora de Cascanueces.
A unos pocos metros de distancia de la calle Echegaray, la calle Esgueva amanece después de la tormenta. En el establecimiento de Mapfre, María Tomillo, trabajadora de la empresa de seguros, confiesa que «el agua empezó a caer del techo y se coló por los estores de la entrada». Minutos después la calle se convertía en una enorme balsa de agua, «sobre las 19:15 de la tarde». «Retiramos las sillas y las subimos a la mesa a la vez que desconectábamos el cuadro de luces por seguridad. Al principio con la fregona pero luego el agua llegó hasta el final del local y decidimos salir fuera a la calle por si nos quedamos encerradas dentro», detalla María Tomillo quien confiesa que el agua «nos llegaba por las rodillas».
Pasada la lluvia intensa, las trabajadoras de Mapfre regresaron al local «para achicar agua con cubos y ayuda de los locales y vecinos de la zona». Durante la jornada de hoy por la mañana Mapfre ofrece «servicio a los clientes con normalidad aunque el tema de los siniestros es mejor que lo gestionen por teléfono con la central para una gestión más rápida» pero los daños materiales se aprecian: «Tenemos las jambas y rodapiés muy hinchados y habrá que cambiarlos, también las regletas para conectar los ordenadores hemos tenido que tirarlas y nos están poniendo unas nuevas».
La tienda de ropa Samarcanda, en esquina entre la calle Esgueva y la calle de los Moros, también sufrió las consecuencias de la lluvia. Su local presenta un gran desnivel de casi medio metro con respecto al nivel de la calle y el agua inundó la planta baja más de 30 centímetros. «Cómo ya estamos acostumbrados a esto tenemos dos motores para sacar agua, uno de ellos se nos ha quemado. Gracias a eso y a la ayuda de los vecinos conseguimos limpiarlo todo bien entrada la madrugada», apunta la trabajadora de Samarcanda.
La fuerte tormenta que azotó ayer Valladolid no solo ha afectado a negocios y comercios si no a viviendas y comunidades de vecinos. «Todos los ascensores de calle Platerías están inoperativos», confiesan los vecinos de la zona, quienes apuntan: «Muchos vecinos decidieron abrir la puerta del portal para entrar en casa cuando el agua les llegaba por las rodillas en la calle y así entró el agua hasta los ascensores y garajes».
En el portal número 14 de la calle Platerías el servicio de limpieza de la comunidad de vecinos se desplazaba con un camión para absorber todo el agua del sótano. «Tienen contratados estos servicios en la comunidad de vecinos porque no es la primera vez que pasa», aseguran los trabajadores de limpieza que vaciaban en esos momentos el sótano de la comunidad de vecinos mientras que la manguera, colocada en la alcantarilla de la calle, no paraba de recibir agua.
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