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«Imagina que tienes un caldero, con un pequeño agujero en el fondo por el que se escapa el agua. Si lo colocas debajo de ... un grifo que tienes abierto durante mucho tiempo, llegará un momento en el que el desagüe no pueda con todo el líquido», cuenta -de forma gráfica y sencilla- Celia García Asenjo, profesora de Gestión de Riesgos Naturales en la Titulación de Geografía y Planificación Territorial de la UVA. Pues eso ocurrió este martes en Valladolid. Llovió de forma torrencial durante un breve periodo de tiempo (cayeron 17,8 litros por metro cuadrado entre las 18:50 y las 19:50 horas) y eso puso a prueba las infraestructuras de la ciudad, sobre todo en zonas especialmente señaladas, aquellas que sufren cada vez que un tormentón descarga sobre Valladolid. Y aquí, la orografía de la ciudad es importante, ya que el antiguo trazado del Esgueva (con sus diferentes ramales) es crucial para identificar las calles o plazas con mayor riesgo de sufrir una inundación.
El mapa de las intervenciones a las que el martes tuvieron que hacer frente los servicios de emergencia es una evidencia más de esos puntos negros de la ciudad, de esos espacios frágiles del callejero. Hubo especiales problemas en los pasos subterráneos (con la Circular, de nuevo en cabeza) y en las calles menos elevadas, como Arzobispo Gandásegui, Esgueva e incluso Duque de la Victoria. «Coinciden con los antiguos ramales del Esgueva, que marcan las zonas más bajas de la ciudad», explica García Asenjo, quien recuerda que el sistema «colapsó» por la gran cantidad de precipitaciones acumuladas en estos puntos sensibles, que en ocasiones se ven más perjudicados si no cuentan con un robusto sistema de alcantarillado o si estos se ven obstaculizados por hojas o suciedad. Y si encima la tormenta es de granizo, la situación se complica.
El servicio de emergencias 112 atendió más de 200 llamadas vinculadas con la tormenta, que se tradujeron en 158 avisos por emergencias (entre las 18:57 y las 20:44 horas). De ellos, 139 en la capital. Los bomberos tuvieron que efectuar 186 salidas de intervención y la Policía vivió una tarde-noche frenética, «con prioridad para los salvamentos, señalización y el desbloqueo de vías», lo que llevó a que los agentes del turno de tarde prolongaran su servicio y que los que les daban el relevo anticiparan su hora de entrada.
La primera llamada por los efectos de la tormenta en la capital se registró a las 19:01, cuando se alertaba de filtraciones de agua en el número 14 de la calle Fuente el Sol (en el barrio de La Victoria). Apenas un minuto después, llegaba la primera alerta ciudadana por una calle inundada (Platerías). Minuto y medio más tarde (19:04), los avisos por inundación procedían de la calle Perú. A las 19:07 se produjo el primer momento crítico de la jornada, cuando se informó de la inundación del túnel de Andrómeda, lo que obligó a su corte para que nadie quedara atrapado en las balsas de agua que se generan en él. El corte y la señalización del entorno quedó «totalmente controlado» a las 19:20 horas (con restricciones primero para el tráfico y, de forma inmediata, también para los peatones). Una vez completadas las labores de achique, el túnel de Andrómeda reabrió a las 20:05. Pero, entre medias, otros túneles y pasos bajo las vías sufrieron lo indecible.
Los túneles de Labradores y Panaderos se cortaron a las 19:09 horas (con reapertura simultánea a las 19:48, cuando descendió el nivel del agua). El de la Circular se cerró totalmente al paso de vehículos y peatones a las 19:13, después de que un conductor quedara atrapado con su coche en medio de las balsas de agua. Los bomberos tuvieron que intervenir para rescatarlo. Este fue el paso más gravemente afectado, ya que el tráfico no se pudo recuperar hasta bien pasada la medianoche.
Cinco minutos después del corte del túnel de la Circular se procedió al cierre del que comunica Argales con La Rubia en Daniel del Olmo (clausurado de las 19:18 a las 19:48). El paso peatonal de Arco de Ladrillo permaneció doce minutos cerrado al tránsito peatonal (de 20:00 a 20:12 horas) y tan solo se salvó el de Vadillos, que aunque padeció tráfico denso durante toda la tarde, con incidencias por la acumulación del agua, no se llegó a cortar en ningún momento.
De forma paralela, desde pocos minutos después de las 19:00 horas, se impidió el acceso a los aparcamientos subterráneos, «para garantizar la seguridad de personas y bienes», como recuerdan desde la Policía Municipal. Lo más complicado se vivió en el aparcamiento de la Plaza Mayor (el aviso llegó a las 20:03), donde la acumulación de agua impedía la salida de los vehículos. La intervención de los Bomberos, a las 21:45 horas, permitió que los coches pudieran salir por la tradicional rampa de entrada, en una intervención que concluyó sobre las 22:18 horas. En ese momento, aproximadamente, dejó llover.
La ciudad vio descargar, durante tres horas y veinte minutos (de 18:50 a 22:10 horas un total de 26,4 litros por metro cuadrado). La mayor intensidad se registró entre las 19:00 y las 19:10 horas. En ese momento, a las siete y diez, se cortó al tráfico Arzobispo Gandásegui, una de las calles más afectadas, donde la normalidad no se recuperó hasta las 23:23 horas (aunque a las 20:14 horas, después de las primeras labores de limpieza y achique, ya se reabrió con circulación restringida para los peatones). Ese entorno de Portugalete-Plaza de la Universidad fue uno de los que se vio especialmente afectados.
A las 19:10, el 112 recibió una llamada por inundaciones en la calle Antigua. Sería la primera de muchas. A las 19:18 y 19:21 horas, sendos ciudadanos informaban de problemas en la calle Esgueva. A las 19:35 en Portugalete. Entre las 19:40 y las 19:49 llegaron cuatro avisos más desde las calles Duque de Lerma, Marqués del Duero, Solanilla y Paraíso. Esta zona, aunque apenas es apreciable, presenta un desnivel hasta casi cinco metros en apenas un puñado de calles. La zona de San Pablo está a 693,28 metros sobre el nivel del mar. Santa Cruz a 694,50. La Antigua (uno de los puntos más bajos de la capital), a 690,20. Así que no es de extrañar que el agua baje de forma torrencial hacia estas vías, cuyo alcantarillado sufre al no poder hacer frente a tanta lluvia. Y las calles se inundan.
«Las inundaciones puntuales de bajos y locales en determinados puntos de la ciudad estuvieron relacionadas con la saturación de colectores de pequeño diámetro, especialmente en el centro histórico, donde parte de la red es más antigua», explica Pedro Arroyo, gerente de Aquavall, quien recuerda que la entidad destina cada año «más de seis millones de euros a renovar redes de abastecimiento y saneamiento».
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Un ejemplo claro de estas corrientes de agua hacia zonas más bajas se vio en el Puente Mayor, que ofreció imágenes espectaculares de cascadas de agua cayendo hacia el Pisuerga. Buena parte de esa agua llegó hasta allí desde la avenida de Gijón, una autopista cuesta abajo para tantas precipitaciones. «La escorrentía de pendientes es clara», evidencia García Asenjo, quien recuerda que la situación se complica «en territorio construido, que deja de ser permeable». La geógrafa subraya esa importancia de la topografía de la ciudad, «muy condicionada por la geomorfología fluvial», ya que los ríos y sus antiguos cauces han dibujado los desniveles, muchas veces inapreciables en el día a día, que tiene la ciudad.
Esto ocurre también, por ejemplo, en el paseo del Cauce o Prado de la Magdalena. La primera de estas dos calles (entre Valle Esgueva y Nochevieja) estuvo cortada desde las 20:17 horas hasta pasada la medianoche, por bolsas de agua en la zona. Un minuto después, a las 20:18 horas se cortó Prado de la Magdalena, que pudo reabrirse a las 21:15 horas, después de que patrullas de la Policía Municipal abrieran las alcantarillas para que asumieran mayor cantidad de agua.
El tráfico se resintió mucho en la avenida de Salamanca. Aunque no se llegó a cortar, vivió «¡más de dos horas de tráfico muy lento», con la presencia de numerosas bolsas de agua que no permitieron que la normalidad llegara a los dos carriles hasta las 22:32 horas. Para agilizar el tráfico e incluso recoger a viandantes atrapados en zonas inundadas, Auvasa permitió el acceso gratuito a los autobuses. La devolución de los 10.928 billetes picados durante esas horas a través del bonobús se reintegrarán de forma automática. Los que hayan pagado en efectivo (en torno a 200) podrán solicitar el reembolso con la presentación del tique.
Otras vías afectadas (en el oeste de la ciudad) fueron José Acosta, que estuvo cortada entre las 19:17 y las 20:54 horas (con un vehículo atrapado en un socavón detectado en el carril derecho, justo al incorporarse desde la A-62 hacia el centro de la ciudad). Y Rastrojo estuvo colapsada desde las 20:30 hasta las 21:31 horas. En el centro, hubo que cortar el eje Poniente hacia la Rinconada (desde las 19:37 hasta las 20:24 horas), así como Duque de la Victoria (de 20:05 a 20:24). Más aparatosa ha sido la avería detectada por un levantamiento de calzada en Juan Carlos I con la calle Villabáñez (en Pajarillos), donde a las 19:32 horas se tuvo que movilizar Aquavall para resolver complicaciones en las redes, cuyos trabajos se prolongaron hasta el miércoles por la mañana.
Además de los avisos por inundaciones, Valladolid recibió 19 llamadas por filtraciones que afectaron a edificios de la calle de los Tintes, Arca Real, Cardenal Cisneros, Tirso de Molina, Cerámica, o Pérez Galdós, además del centro de salud de Huerta del Rey o del sanatorio Sagrado Corazón. Hubo además una persona que quedó atrapada en un ascensor de la calle de la Salud (19:53 horas), un menor de 12 años que resultó herido en una pierna por un atropello (a las 19:12 a la altura del número 31 de la Cañada Real) y caída de cascotes de un edificio de San Ildefonso.
El parte de intervenciones de la Policía Municipal concluye que a medianoche (salvo el túnel de la Circular y la calle Villabáñez) la ciudad habrá recuperado la normalidad, con fluidez de tráfico en sus vías.
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