Rescatada en aguas del Pisuerga
«Mi madre se agarró a las ramas sin saber que se aferraba a la vida»
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Rescatada en aguas del Pisuerga
«Mi madre se agarró a las ramas sin saber que se aferraba a la vida»La palabra rescate se abría paso el pasado mes de febrero, entre los habituales finales luctuosos que acaparan los titulares cuando se informa de sucesos ... acontecidos en el Pisuerga, a su paso por Valladolid. Y es que de cuando en cuando, entre localizaciones de cuerpos sin vida, aparecen historias de héroes anónimos, muchos de ellos servidores públicos, que han logrado llegar a tiempo para evitar el peor de los finales cuando de buscar personas desaparecidas se trata.
Es la historia de Marina, una mujer de 74 años a la que se le perdía la pista el pasado 26 de febrero, tras salir a dar un paseo matutino que horas después, tras no regresar hacia la hora de la comida como solía ser habitual, movilizaba a las fuerzas y cuerpos de seguridad en una búsqueda que empezó en tierra, por la senda verde de Renedo de Esgueva, pero que acabo en aguas del Pisuerga, después de que unos viandantes que paseaban por los márgenes del río en la zona de El Pichón, en Simancas, escucharan sus gritos de auxilio.
Allí, adentrada en las gélidas aguas, aguantó al menos dos horas, que fue el tiempo que transcurrió desde que los servicios de Emergencias recibieron el aviso, en torno a las nueve de la noche, hasta que dos agentes de la Guardia Civil que participaban en el operativo terrestre consiguieron localizarla en el margen de Arroyo y rescatarla del cauce con ayuda de los Bomberos, en torno a las once. Un rescate que pudo costarles la vida a los tres, víctima y rescatistas, que tuvieron que ser hospitalizados unas horas con hipotermia. Así lo relataba Carlos Barrios, el cabo de la comandancia de Zaratán, que se sumegió en las aguas para evitar que la mujer se desvaneciera antes de que llegaran las unidades acuáticas.
A Yolanda, su hija, le incomoda rememorarlo, pero lo hace en una especie de agradecimiento a quienes salvaron la vida de su madre, pero también, aquellos allegados y menos conocidos que se movilizaron en su búsqueda. Aún no es capaz de explicarse con exactitud cómo llegó hasta allí su madre, que se desorientó fruto del alzheimer que padece: «era de noche y no es una zona llana de fácil acceso, que puedas llegar dándote un paseo sin más». Son muchas «incognitas» que no tiene intención de resolver, por encontrar una mínima virtud, si es que existe, en la enfermedad degenerativa que la aqueja.
Yolanda
Hija de la mujer rescatada en febrero del Pisuerga
«El cuerpo y la mente han sido muy sabios, minimizando todas las consecuencias que podrían derivar de aquel suceso y eso la está protegiendo, ella realmente creo que no sabe que se perdió», explica Yolanda, que confiesa haber vivido una época un poco más traumática. Los recuerdos se avivan cada vez que va en las noticias sucesos similares, que le impresionan como nunca antes.
«Al final todo salió bien», afirma volviendo al presente, sabedora de una fortuna que no achaca a la suerte. Yolanda aún mantiene el contacto con los rescatistas de su madre y tras varias conversaciones con ellos reflexiona que, en gran parte, «se salvó a sí misma al pedir ayuda» mientras se aferraba fuertemente al tronco: «Creo que está viva porque tuvo muchísima fuerza de voluntad. Es una persona luchadora y se agarró a las ramas sin saber que realmente se estaba aferrando a la vida»
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