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En la iconografía medieval nutre su imaginación Amaya Barahona, presidenta de Oficio y Arte Organización de Artesanos de España. En el pueblo burgalés de Cavia, ... apenas ochenta vecinos, vive y tiene el taller donde desarrolla dos líneas creativas. La más veterana, Manojito de Claveles, la trabaja desde hace once años a partir de ilustración sobre textil en camisetas con estampación tradicional serigráfica. «Los motivos suelen ser folclóricos y de amor al terruño; fui abriéndome a otros temas que representan mi carácter, hago activismo, humor y sátira, desde temas sociales y musicales a un refrán al que doy la vuelta convirtiéndolo en chascarrillo vital».
La otra pata de su oficio surgió en pandemia, fue lo que la llevó a abandonar sus trabajos por cuenta ajena para volcarse de lleno en la ilustración aplicando sus conocimientos como licenciada en Humanidades y especializada en gestión de patrimonio histórico. Atrapada por el encanto de las miniaturas medievales, ilustra álbumes de diversa temática bajo ese influjo estético. «Hice una baraja con miniaturas y lo peté en Instagram», cuenta la artesana. «A la gente le gustó mi trabajo, fue lo que me animó a tirarme a la piscina, ganar confianza y abordar otros temas».
El libro que menos vende pero más reconocimiento le ha granjeado, afirma, es 'El mito genital', «un paseo creativo por el simbolismo sexual en la espiritualidad a partir de 25 ilustraciones en las que juego con ese universo referenciado a partir de hipótesis de investigadores añadiendo reflexiones personales». En otro de sus libros proyecta su imaginación en el mundo de la brujería «como herramienta de control social a lo largo de la historia».
A lo que dedica buena parte de sus energías en la actualidad es a un tarot de 78 cartas, «un trabajo titánico, estoy estudiando la iconografía, cómo ha evolucionado la baraja de cartas, cuántos tipos de tarot hay, desde los clásicos hasta los más populares, existe una gran variedad según el mecenas y la época histórica».
Pese al auge de la venta por Internet, Amaya Barahona sigue prefiriendo llevar su arte de feria en feria. «Es donde más vendo, para mí el cara a cara con el público es lo que mejor funciona; creo que las tiendas de artesanía o de nuevas creaciones duran muy poquito y el futuro es la feria. Su mayor atractivo es que son efímeras, la gente sabe que luego ya no vamos a estar allí y aprovecha para comprar; además, permite que el público vea en directo cómo trabajamos».
En la miniatura del siglo V al XV sigue hallando valiosa inspiración fabuladora y plástica quien considera la artesanía como «un medio de comunicación». «Le doy importancia al antiguo oficio, a la tradición, pero soy consciente de la diversificación del concepto, de cómo están apareciendo ramas creativas alrededor de lo artesano». Como portavoz del colectivo, reivindica con convicción la actuación colectiva: «Juntarme con gente que tiene las mismas inquietudes me enriquece; es mejor unirte a otros en lugar de ir con nuestro ego en plan buque rompehielos».
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