
Secciones
Servicios
Destacamos
Valladolid sabe de sobra que hay zonas de la ciudad que se encharcarán sin remedio con la llegada de una fuerte tormenta, puntos que se ... anegarán ante lluvias torrenciales, calles que serán grandes balsas de agua si descarga un impresionante chaparrón. El Ayuntamiento aprobó en octubre de 2018 su Plan Municipal de Actuación ante el riesgo de inundaciones en Valladolid. Se trata de un documento público, de 289 páginas, en el que se reconoce en la capital hay calles que no están preparadas para asumir enormes cantidades de agua descargadas en apenas unos minutos.
Lo dice muy claro en la página 39, cuando se refiere a las inundaciones calificadas como 'in situ', aquellas que no vienen derivadas de la crecida de los ríos, sino que son motivados «por lluvias torrenciales, normalmente de origen tormentoso». «En estas situaciones -apunta el documento- el riesgo viene originado por la insuficiencia hidráulica de la red de alcantarillado, al caer una precipitación superior a las condiciones de diseño de la red». Estos puntos están debidamente localizados, como se enumera en los párrafos siguientes del plan. Y coinciden, casi calle por calle, con aquellos lugares que más problemas sufrieron en el tormentón del martes y desde donde se registraron más llamadas al servicio de emergencias 112.
«Cuando se producen precipitaciones de cierta importancia, esta insuficiencia se manifiesta en forma de inundaciones en las zonas urbanizadas», continúa el documento, aprobado por la Junta de Gobierno municipal el 10 de octubre de 2018, publicado justo un año después y con plena vigencia desde el 20 de mayo de 2021, después de que en ese mes de febrero fuera homologado por la Comisión de Protección Ciudadana de la Agencia de Protección Civil de la Junta. Y añade que estas estampas de calles anegadas «dañan seriamente la imagen de la ciudad», además de que «provocan graves pérdidas materiales y pueden entrañar riesgos para las personas».
A continuación, apunta de forma muy clara cuáles son esas zonas donde se producen «encharcamientos». Identifica para ello dos grandes niveles de afección. El primero se refiere a las zonas donde se suelen registrar problemas ante tormentas «ordinarias», que en el plan se definen como aquellas en las que caen menos de 25 litros por metro cuadrado. En estos casos, hay dos grandes puntos de la ciudad en situación de riesgo. El primero está en Pajarillos Bajos, en el entorno de las calles Cigüeña, Tórtola, de la Salud, las inmediaciones del antiguo mercado central y la calle Villabáñez. El segundo foco se encuentra en Portugalete y las vías aledañas a La Antigua (como Esgueva o Arzobispo Gandásegui). Estas últimas fueron, de nuevo, las zonas que salieron peor paradas en la tormenta del pasado martes, que descargó 26,4 litros por metro cuadrado a lo largo de toda la jornada (17,8 litros en apenas una hora, entre las 18:50 y las 19:50 horas).
El siguiente nivel se da en situaciones de tormenta «extraordinaria» (cuando se contabilizan entre 25 y 50 litros). Aquí ya se incluyen muchos otros puntos de la ciudad que corren riesgo de charco fácil y que coinciden, casi uno por uno, con los lugares afectados por el chaparrón del día 3. A saber, los túneles de San Isidro, Labradores y Vadillos (no estaban, en el momento de redacción del plan, operativos los de Panaderos). También los accesos peatonales de estos túneles y el de la calle Arco de Ladrillo. Los polígonos de Argales (en el entorno de la avenida de El Norte de Castilla más cercano a Daniel del Olmo) y de San Cristóbal (en la rotonda del cruce con la ronda este, ronda sur y la carretera de Segovia). La relación de zonas vulnerables incluye la avenida de Gijón (en el cruce de la plaza de San Bartolomé y la avenida de Salamanca), la calle Mieses en el cruce con Gloria Fuertes, la avenida de Salamanca (en la intersección con Doctor Villacián y el acceso a El Palero), el paseo de Zorrilla en el cruce con Doctor Quemada. Y hay más, la plaza de San Nicolás, el paseo del Renacimiento y la calle José Acosta, entre el cruce de la avenida de Salamanca y la calle Mieses y en la rotonda del estadio José Zorrilla.
Así que Valladolid tiene identificados los puntos conflictivos de su red, ya que son aquellos en los que se registran, de forma habitual, inundaciones ante fenómenos tormentosos que, como se recoge en el documento, «se suelen dar con más frecuencia en primavera y verano, entre los meses de junio y septiembre». Los registros estadísticos confirman esta última aseveración. La tormenta de mayor intensidad registrada durante los últimos años en Valladolid (cuando más agua cayó en menos periodo de tiempo) ocurrió el 17 de septiembre de 2019. Ese día descargaron 20,2 litros por metro cuadrado en apenas 10 minutos (con una intensidad de 121,2 litros por metro cuadrado). Viene después el 19 de julio de 1999, con 18,1 litros por metro cuadrado en diez minutos (una intensidad de 108,6) y en tercera posición está el 1 de septiembre de 1999, con 16,2 litros por metro cuadrado también en diez minutos (intensidad de 97,2). Son los tres registros más extremos recogidos en los registros de la Aemet (la Agencia Estatal de Meteorología).
Y a estas fechas se podrían sumar otras de grandes tormentas que, aunque sin esa intensidad, sí que dejaron importantes cantidades de lluvia. La jornada más lluviosa de la que se tienen registros oficiales fue el 25 de septiembre de 1982, con 63 litros por metro cuadrado a lo largo de todo el día. Y de este siglo, el 3 de septiembre de 2023, con 60,4. En todos estos casos (o después de la tromba del 29 de junio de 2024) las zonas más afectadas fueron las recogidas en ese plan.
Noticias relacionadas
Este miércoles, horas después de la tormenta (y mientras comerciantes de Platerías, por ejemplo, terminaban de achicar agua de sus locales), Aquavall explicó que la «red se saneamiento de Valladolid respondió adecuadamente durante la intensa tromba, en un episodio que, según los datos técnicos, puede considerarse excepcional por su intensidad y duración». Aquavall explicó que los registros pluviométricos obtenidos en la planta de San Isidro anotaron más de 30 litros por metro cuadrado en apenas una hora, «un volumen de precipitación muy elevado para un entorno urbano y que sobrepasa temporalmente la capacidad de absorción de las infraestructuras existentes», lo que «puede provocar acumulaciones puntuales de agua incluso en redes bien conservadas», como explicó Pedro Arroyo, gerente de Aquavall.
«Ante un chaparrón así, no hay túnel o calle que pueda asumir tanta agua», añadió Alejandro García Pellitero, concejal de Medio Ambiente y presidente del Consejo de Administración de Aquavall. La entidad sí que aseguró que hay «hay que seguir avanzando en la renovación progresiva de infraestructuras», por ejemplo en estas zonas conflictivas. «Las inundaciones puntuales de bajos y locales en determinados puntos estuvieron relacionadas con la saturación de colectores de pequeño diámetro, especialmente en el centro histórico, donde parte de la red es más antigua», apuntaron.
¿Tienes una suscripción? Inicia sesión
Publicidad
Publicidad
Te puede interesar
Publicidad
Publicidad
Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.
Reporta un error en esta noticia
Comentar es una ventaja exclusiva para suscriptores
¿Ya eres suscriptor?
Inicia sesiónNecesitas ser suscriptor para poder votar.