Lara Arias
Lunes, 26 de mayo 2025, 17:02
Entre los suaves relieves del Valle del Esgueva, en plena provincia de Valladolid, se encuentra Villaco, un pequeño municipio castellano que guarda en su entorno un valioso patrimonio natural y arquitectónico. Con apenas 75 habitantes repartidos en una superficie de 15,75 km², este pueblo, también conocido como Villaco de Esgueva, es un refugio de tranquilidad, historia y paisaje.
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Situado a 41 kilómetros de Valladolid capital, Villaco limita al norte con Torre de Esgueva, al este con Castroverde de Cerrato, al sur con Valbuena de Duero y al oeste con Amusquillo. Su ubicación privilegiada en la margen izquierda del valle ofrece un entorno abierto y fértil, modelado por las aguas del río Esgueva y protegido por los páramos cercanos.
La iglesia parroquial de San Sebastián es, sin duda, el principal exponente del patrimonio histórico de Villaco. Este templo de estilo gótico fue construido en el siglo XVI en perfecta sillería de piedra. Se trata de un edificio de una sola nave, cubierta por una bóveda de arista, mientras que su ábside octogonal y su sacristía lucen bóvedas de crucería estrellada, reforzadas al exterior por robustos contrafuertes. Destacan en su interior una cruz parroquial de gran belleza y un retablo barroco del siglo XVII que, junto al conjunto arquitectónico, trasladan al visitante a épocas pasadas de profunda religiosidad. La torre, reformada en el siglo XVII, se yergue sobre el caserío como testigo silencioso del paso del tiempo.
En el recorrido por Villaco no puede faltar una visita a la Ermita del Cristo del Humilladero. Ubicada a las afueras, en el camino hacia Castroverde, esta modesta construcción de cantería ofrece un espacio de recogimiento y pausa, en plena armonía con el paisaje que la rodea.
Pese a su pequeño tamaño, Villaco mantiene vivas sus tradiciones a través de sus fiestas. El 20 de enero se festeja San Sebastián, patrón del municipio, con una celebración más conmemorativa que festiva debido a las frías fechas invernales. Mucho más animada resulta la Exaltación de la Cruz, el 3 de mayo, cuando Villaco se llena de vida con verbenas, juegos tradicionales como la petanca o la tanga, y una gran paellada popular que congrega a vecinos y visitantes.
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Uno de los secretos mejor guardados de Villaco es la Fuente del Olmo, un paraje natural que bien merece una excursión. Para llegar, basta con tomar el camino de las bodegas, que parte del mismo casco urbano. Estas antiguas bodegas, humildes y rústicas, conforman un valioso ejemplo de arquitectura popular, cada vez más reconocida y protegida en la comarca.
Siguiendo el camino polvoriento y ascendiendo hacia el páramo, se alcanza un sendero que se interna en una frondosa arboleda. Allí, escondida entre la vegetación, se encuentra la Fuente del Olmo. El agua brota con fuerza directamente de las piedras del páramo, formando una pequeña cascada natural. Junto a la fuente se ha acondicionado un merendero con mesas y bancos de piedra, ideal para disfrutar de un día de campo a la sombra de los árboles, mientras se escucha el sonido relajante del agua.
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La calidad del agua de Villaco es motivo de orgullo local. No en vano, un dicho popular contrapone de manera jocosa a los pueblos vecinos: 'Tiene mejor agua Villaco que vino Amusquillo', frase que, como era de esperar, no sienta demasiado bien en el pueblo vecino.
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La excursión desde Villaco a Fuente del Olmo es parte de una ruta sencilla, de apenas cinco kilómetros, ideal para disfrutar de la naturaleza sin grandes esfuerzos. El paseo permite descubrir algunos de los elementos más característicos del paisaje de la Castilla rural: los barcos —así se denomina localmente a los pequeños valles que surcan el páramo,— los restos de la arquitectura tradicional y las fuentes que desde antiguo han dado vida a estas tierras.
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Además, el recorrido conecta con la GR 27, conocida como la Gran Ruta del Esgueva, lo que convierte a Villaco en un punto estratégico para los amantes del senderismo y la naturaleza.
Otra de las paradas obligatorias de esta localidad es el Mirador del Cueto. Este ofrece una de las panorámicas más bellas de toda la comarca. Desde esta atalaya natural, el visitante puede contemplar el Valle del Esgueva en todo su esplendor, con el caserío de Castroverde de Cerrato al fondo. El silencio, la amplitud del paisaje y la sensación de inmensidad invitan a la reflexión y al descanso del espíritu.
Villaco puede parecer, a simple vista, uno de esos muchos pueblos pequeños que salpican la geografía castellana, pero basta detenerse un momento para descubrir su riqueza. Su patrimonio histórico, la belleza de su paisaje, la hospitalidad de sus gentes y la pureza de su agua convierten a este pequeño rincón en un destino que merece ser conocido y disfrutado.
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En estas líneas quiero aprovechar para dirigirme a todos y hablar de mi pueblo, Villaco, del que estoy orgulloso. Un pequeño municipio, pero entrañable, situado en el corazón del Valle del Esgueva, en la provincia de Valladolid. Aunque somos apenas 75 habitantes, repartidos en 15,75 kilómetros cuadrados, el municipio de Villaco es un lugar lleno de vida, historia y naturaleza. Cada rincón de nuestro pueblo guarda una parte importante de nuestra identidad, forjada a lo largo de siglos de historia y tradiciones.
Entre los tesoros de nuestro patrimonio material destaca la iglesia parroquial de San Sebastián, una joya del siglo XVI construida en piedra de sillería. Su ábside octogonal, cubierto con bóveda estrellada, y su hermosa cruz parroquial o el retablo barroco del siglo XVII, son testimonio de nuestro legado cultural y religioso.
Además, en las afueras, en el camino hacia el municipio de Castroverde, se encuentra la Ermita del Cristo del Humilladero, una modesta construcción que invita al recogimiento y a la reflexión en plena naturaleza.
Villaco es un pueblo que mantiene sus tradiciones vivas. Cada 20 de enero, celebramos la festividad de San Sebastián, nuestro patrón, de una forma íntima y especial. Pero es el 3 de mayo, durante la Exaltación de la Cruz, cuando las calles se llenan de alegría con verbenas, juegos populares como la petanca y la tanga, y una gran paellada que reúne a todos los vecinos en un ambiente de hermandad y fiesta.
Uno de los rincones más queridos de nuestro término municipal es la Fuente del Olmo. Hoy es un lugar acondicionado con mesas y bancos donde familias y amigos disfrutan de jornadas al aire libre, escuchando el rumor del agua y respirando la tranquilidad de nuestro entorno.
Y para quienes deseen contemplar nuestro valle desde lo más alto, el Mirador del Cueto ofrece una de las vistas más hermosas del Valle del Esgueva, con Castroverde de Cerrato recortándose en el horizonte. Es un espacio perfecto para detenerse, pensar y dejarse llevar por la belleza de la naturaleza que te rodea.
Además, quiero aprovechar estas líneas para agradecer de corazón, a todos los vecinos de Villaco. Gracias por vuestro compromiso diario, por mantener vivas nuestras tradiciones, por cuidar de nuestro patrimonio y por preservar el espíritu acogedor que define a nuestro pueblo.
Cada gesto, cada esfuerzo, cada momento compartido hace que Villaco siga siendo ese lugar especial que todos llevamos en el corazón. Sin vuestra dedicación y amor por esta tierra, nada de lo que somos sería posible.
¡Villaco os espera a todos con los brazos abiertos!
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