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La velocidad del rugby atropella las noticias de una semana a otra. Los campeonatos nacionales de canteras, la final Emerging (conquistada por Cisneros), el derbi local de semifinales, la Liga femenina que conquistó el Colina Clinic El Salvador o la Copa del Rey en el Zorrilla generan un vértigo en los aficionados que deriva en vicio, devoran rugby como ese fumador que enciende el pitillo con la colilla del anterior.
Ahora sí que el Inexo El Salvador-Cisneros supondrá la caída del telón a una temporada intensa. Será la vuelta a casa después de una estancia en una habitación de cinco estrellas, el lujo y las luces del Zorrilla, pero nada como el regreso a la cama de todos los días, a ese Pepe Rojo donde lo más importante son los ochenta minutos del partido, o más, que se pondrán en juego a partir de las doce de la mañana del domingo; los saraos llegarán más tarde, con el tercer tiempo en la Plaza Universidad al ritmo de los Jam One's, al mediodía las cinco mil personas que abarrotarán Pepe Rojo estarán en sus puestos con las miradas atentas al primer pateo del oval.
Será el duelo entre dos colegios, El Salvador y Cisneros; una final tan inédita como inesperada, y es que la Liga 24-25 pasará a los anales como la de las grandes sorpresas, con los tres primeros clasificados fuera de la final. El Inexo El Salvador fue cuarto y el Complutense Cisneros ni siquiera entró en el grupo A, encabezó el B en un sistema que pone en entredicho la condición de campeonato en el que todos juegan contra todos; la segunda fase de los madrileños fue más amable que la de los vallisoletanos, lo que les sirvió para llegar en plena forma y eliminar como visitantes a Burgos y Alcobendas.
Podría decirse, entonces, que el Inexo llega con el cartel de favorito, aunque para ello deberá despojarse de las penas que le dejó la final de Copa, más que por la derrota en sí, previsible, por la diferencia en el marcador (3-27) y por las secuelas en forma de lesiones (Du Plooy) y de más que posibles sanciones (Pelaz y Vega).
El palmarés habla en favor del Inexo El Salvador, con ocho títulos, desde el de 1991 (el primero de un equipo de Valladolid en ligas de primer nivel, con victorias en todos los partidos) hasta el de 2016, temporada del doblete; entre medias, los de 1998 (con el equipo recién ascendido y los del dominio en la primera década del siglo (03, 04, 07, 08 y 10). Desde Fernando Lavín a Juan Carlos Pérez en los banquillos; desde Marcos Baeck a Sam Katz en las plantillas, con las hornadas de los Pirulo, De la Viuda, los hermanos Candau, Alvar Enciso, Zarzosa, Serrano, Garachana, Prieto, Toca, el presidente Hansen, Ramos… un sinfín de nombres a los que hay que sumar los de Víctor Sánchez y Gerardo de la Llana, que pueden añadir un título más a su condición de campeones de Liga. El Salvador no juega una final desde tiempos prepandémicos, en 2019, e intentará sacarse la espina de hace tres años, cuando fue primero en la liga regular y cayó en semifinales ante Ordizia.
Por su parte, un histórico como Cisneros solo presenta una tarjeta en sepia de dos títulos en 1976 y 1985, antaño a la sombra de Canoe y Arquitectura, y hogaño del Alcobendas. Su último subcampeonato se aleja hasta 1989, por detrás de la Santboiana, el único equipo que tiene más campañas en División de Honor que él.
La única referencia de la temporada es de hace tres meses, un partido intrascendente que cerraba la primera fase y que ganó El Salvador por 20-13, un tanteo mínimo que es la seña de identidad de la temporada. De los dieciséis partidos que han ganado este año en Liga los de Gorostiza, catorce lo han hecho por ese máximo de +7; los de la botella medio llena defenderán que es síntoma de competir bien, y los de la medio vacía replicarán con que muchas de esas monedas que cayeron de cara pudieron hacerlo de cruz.
El presidente Rian Butcher, el entrenador Álvaro Gorostiza y el capitán Facundo Munilla expresaron a los medios el estado de ánimo de cara a la final del domingo, con alusiones, nada veladas, a sus grandes rivales, «otros están en la playa, y nosotros seguimos trabajando fuera y dentro del campo», apuntó Butcher de entrada. Después se centró en los suyos, en los chamizos y chamizas, sobre todo en esos que han dejado de subir a los campos de la carretera de Renedo, «queremos teñir de blanco y negro Pepe Rojo, Cisneros va a traer mucha gente»; y concluyó con una declaración de identidad, «tenemos el orgullo de representar a la ciudad, es lo que hacemos cada semana, ¿qué otro equipo de elite tiene tantos jugadores de Valladolid?».
Gorostiza y Munilla prefirieron centrarse en lo deportivo, en reconocer que la derrota de Copa fue dura, y que el domingo y el lunes no fueron fáciles, en que el Cisneros es un equipo que compite muy bien, con resultados ajustados, en que se sienten más cómodos jugando en Pepe Rojo y en que nada del entorno, del ambiente, despiste a los jugadores de cara al partido más importante del curso.
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