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Segovia será muy diferente en el futuro. Al menos, en lo que al clima se refiere. Hará más calor y se multiplicarán las jornadas de ... auténtico bochorno sobre todo en verano. Las temperaturas bajo cero cada vez tendrán menos presencia en el territorio y esto tendrá un reflejo directo en la cantidad de precipitaciones, que poco a poco tenderán a una sequía prolongada con el paso de los años. Esas son las conclusiones resultantes de una proyección climática realizada en la provincia, que anticipan los escenarios a los que se puede enfrentar con gran probabilidad en un futuro lejano.
Es difícil prever cómo será la vida en la capital segoviana y en los pueblos en cien años. Sin embargo, los estudios que custodian organismos meteorológicos permiten conocer la evolución del clima en el periodo más reciente y definir una tendencia sobre parámetros como las temperaturas, los días de lluvia o las noches tropicales que se sucederán en las próximas décadas. El cruce de datos recopilados por la Agencia Estatal de Meteorología (Aemet) y la iniciativa comunitaria denominada Euro-Cordex ha posibilitado la elaboración de modelos del tiempo que acompañarán el día a día de la provincia a largo plazo. Los escenarios son variados, pues presentan desde las previsiones más pesimistas hasta las más esperanzadoras.
¿Hará frío o calor en Segovia en el 2100? ¿Será una época seca o húmeda? El visor de escenarios del cambio climático, impulsado por el Ministerio para la Transición Ecológica y el Reto Demográfico, facilita la consulta de estas proyecciones, las cuales simulan la evolución de las variables climáticas para distintos contextos de emisión de gases. El primero de ellos, el más benévolo, contempla una trayectoria de concentración de gases de efecto invernadero ascendente hasta 2040. A partir de ese momento, disminuye. El segundo escenario, el más catastrófico de todos los que se han considerado, prevé el continuo aumento de estas emisiones durante todo el siglo XXI.
Las conclusiones son inequívocas. Es el caso de las temperaturas mínimas anuales, que en un futuro cercano (hasta 2040) rondarán cifras bajo cero en la zona de la sierra y el nordeste, mientras que se elevarán ligeramente en el centro de la meseta. Todo cambiará a largo plazo, pues la predicción más perversa estima una subida de estos mismos valores en más de siete grados en el conjunto provincial en el año 2100. Esto supone que las cotas más altas pasarán de registrar mínimas de unos tres grados bajo cero a superar los cinco grados en positivo en los meses de más crudo invierno.
En un contexto de abundantes emisiones a la atmósfera, Segovia pasará de contabilizar una media de 50 días gélidos al año en la primera mitad del siglo a poco más de quince. Estos modelos no sirven para analizar años aislados, pero sí para estudiar los cambios en décadas y en términos estadísticos. Esto significa que todos los valores son promedios o percentiles y pueden experimentar fluctuaciones según las diferentes comarcas en las que se divide la provincia. El plano del que se extraen los datos de Segovia consiste en una rejilla formada por 256 cuadrículas, las cuales se estudian por separado pero comparten una evolución similar.
Respecto a las temperaturas máximas, la tendencia se percibe todavía de un modo más evidente. El mercurio de los termómetros está en aumento. Para comprobar este hecho, tan solo hace falta echar un vistazo a los valores medios de las últimas décadas. Por ejemplo, el 2024 fue el segundo ejercicio más caluroso de todo el siglo en Segovia, ya que tan solo fue superado por el 2022. El promedio de 12,6 grados del último periodo de referencia, que comienza en 1991, ya ha sido rebasado en catorce ocasiones desde el 2000.
15 días gélidos
contabilizará de media la provincia al año a finales del siglo XXI -unos 35 menos que en la actualidad- de cumplirse los peores pronósticos del cambio climático.
La situación, lejos de cambiar, se agravará aún más. Si las temperaturas máximas arrojan una media de unos 18 grados anuales en la actualidad, en el futuro cercano sobrepasarán el umbral de los 20 grados y un siglo después, estarán más próximas a los 25. Así lo confirma el escenario más catastrófico que se puede estudiar a través del visor de cambio climático, un hecho que también puede extrapolarse a los valores extremos tanto en relación al calor -al alza- como al frío -se recortarán más de cinco grados en negativo-.
Esto tendrá un impacto directo en sectores agrarios, pues reducirá la producción de algunos cultivos -como es la uva- y provocará una mayor aridez en el conjunto del territorio, lo que modificará la biodiversidad de la provincia. Pero también se verán afectadas las actividades turísticas. «Las condiciones óptimas para el turismo en verano se deteriorarán, con una mejora en las temporadas intermedias y un desplazamiento hacia el norte», resume el informe sobre el clima Clivar, publicado por el Ministerio en 2024.
6 grados bajo cero
podrá considerarse como un valor extremo de temperatura mínima en la zona de la sierra de Guadarrama a partir de 2040.
Las jornadas tórridas serán más habituales y cruentas. Si en la actualidad la marca absoluta más alta es de 38,7 grados, que fue registrada el 13 de agosto de 2021 por el observatorio meteorológico en la ciudad de Segovia, en las próximas dos décadas habrá grandes áreas del norte provincial que anotarán 39 grados. En caso de que los niveles de emisiones prosigan elevados, a partir de 2071 es posible que diversos municipios de la campiña y Tierra de Pinares alcancen los 45 grados en julio y agosto, lo que pulverizará todos los récords. Algunos pueblos, como Nava de la Asunción, superarán los 40 grados ya en junio. Solo ciertos puntos de la sierra de Guadarrama quedarán por debajo del citado límite.
Los meses más fríos, como son enero, febrero o marzo, cada vez apuntarán valores extremos mucho más comedidos. A día de hoy, la jornada más gélida fue el 1 de marzo de 2005, cuando el mercurio de los termómetros se desplomó hasta los 13,2 grados bajo cero. No será posible alcanzar una marca inferior e incluso igualarla a mediados del siglo XXI, de acuerdo a las proyecciones publicadas por la Plataforma sobre Adaptación al Cambio Climático en España. Ni siquiera en la sierra, donde las mínimas extremas se situarán en los seis grados bajo cero de media. Al cierre de 2099, se dispararán tres puntos y habrá áreas de la provincia, como es Segovia capital y su alfoz, donde los parámetros más gélidos no llegarán a observar cifras negativas durante el invierno.
«La ciencia confirma que nos encontramos ante una situación de emergencia climática, en la que es urgente actuar para intentar contener este proceso y evitar peores consecuencias», defiende el secretario de Estado de Medio Ambiente, Hugo Morán, en el último informe climático. Con ello, se refiere a un calentamiento global previsto que alargará las olas de calor y las extenderá a buena parte del año. El escenario más perverso, que tiene como referencia el futuro más lejano, sitúa la duración máxima de estos fenómenos en alrededor de cuatro días en mayo; hasta nueve en junio; y a más de quince jornadas en julio o agosto. En el caso de El Espinar, este rango podría ampliarse a 17 días.
La situación climática que vivirá Segovia a finales del presente siglo será muy similar a la que existe ahora en el sur de Extremadura y el norte de Sevilla. Es un hecho que repercutirá a su vez en un mayor recuento de noches cálidas, también conocidas como tropicales, que son aquellas en las que el mercurio no llega a descender por debajo de los veinte grados. Los vecinos de la capital pueden recordar puntuales madrugadas tórridas el año pasado, como la del día 29 de julio, cuando los termómetros se mantuvieron por encima de los 24 grados sin importar el paso de las horas.
Lo que actualmente se trata de un suceso ocasional, podría cambiar drásticamente en las próximas décadas, ya que la proyección calcula un destacado incremento de las noches cálidas. Este dato se encuentra por debajo de la veintena a día de hoy y, según el periodo estival, puede ser alguna jornada más o menos. En el futuro más optimista, que vaticina un fuerte descenso de las emisiones de gases de efecto invernadero, los segovianos tendrían que lidiar con el doble de madrugadas tórridas tan solo antes de 2040.
Aun así, el contraste térmico entre las mínimas y las máximas será cada vez más amplio, especialmente en la meseta provincial y a lo largo del verano. El bochorno será protagonista en las horas centrales en esta época mientras que las noches, pese a que algunas continuarán por encima de los 20 grados, serán generalmente frescas. La diferencia de temperatura entre el horario diurno y nocturno será de más de quince grados. Es un hecho que no sorprende en gran medida en el periodo estival, pero con el paso del tiempo podrá extenderse al invierno e incluso al otoño.
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