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El actor, director y productor teatral Sergio Peris-Mencheta. José Ramón Ladra
Libros - Teatro

Sergio Peris-Mencheta, un «impostor» reconciliado con sus demonios

El actor y director teatral cuenta en un libro su batalla contra la leucemia y cómo le ha transformado la enfermedad. Dirige 'Blaubereen', una exploración teatral sobre la banalidad del mal a través los 'inocentes' nazis cómplices del holocausto

Miércoles, 28 de mayo 2025, 07:23

Sergio Peris-Mencheta (Madrid, 1975) se ha reconciliado con la vida y con sus demonios interiores tras mirar a los ojos de la muerte. El actor, productor y director de escena ha superado una leucemia y da cuenta de su batalla médica y emocional en el libro '730 días. La enfermedad como espejo del tiempo (Planeta). Vuelve, además, a la dirección escénica con 'Blaubereen', una exploración de la banalidad del mal y el genocidio centrada en Auschwitz y en los 'inocentes' nazis cómplices del holocausto.

«Es un libro de autoayuda en el sentido más neto del término, para mí y para otros», reconoce su autor, que hace «las paces» con él mismo. «Estaba regañado conmigo y con la vida, y escribirlo ha sido un acto de autoafirmación, de cura de mi autoexigencia e infravaloración», dice el actor, cuyo físico se ha modificado tanto como el mapa de sus emociones. «He vivido y vivo bajo en el síndrome del impostor, del vendemotos o del vendedor de crecepelo: lo padecí como jugador de rugby, como actor, como director y como padre», dice confesando una «enorme inseguridad».

Portada del libro. Planeta
Imagen - Portada del libro.

El diagnóstico de la leucemia fue un mazazo. Sintió que tenía los días contados «y me obsesioné con la idea de desaparecer». Pero el mismo cáncer que diluyó todas sus certezas le ha hecho «mirar la vida y la muerte de otra manera». «Debería hablarse de la muerte en las escuelas, pero vivimos de espaldas a esa película que acaba mal y que se aborda en la clase de religión, no en la de biología», dice. «Crecí en una familia de ateos y me aterraba saber que al morir me pudriría y no iría al cielo como mis compañeros», bromea.

Tras un largo ingreso hospitalario en España y Estados Unidos –«con mucha quimio y mucha radio»– está libre de marcadores nocivos. Va ganando una batalla que le ha dejado serias limitaciones físicas. «Ahora convivo con el sufrimiento, que tiene un lado positivo. He corrido mucho en la vida y me tocaba parar. Vivo más despacio y estoy con mis hijos, dispuesto a escuchar a los míos y a los otros y a escucharme», resume.

Gastos médicos

Estar sindicado como actor en Estados Unidos fue providencial. «Lleva implicado el mejor seguro, que me cubrió al 99% del tratamiento», dice evocando una factura médica «que supera los cuatro millones y medio de euros». Pero la salvación llegó gracias a la médula de su único hermano, tres años menor que él, y compatible para el trasplante. «Me salió un seis doble en los dados de la vida con la plena compatibilidad de mi hermano», se felicita.

En California afianzó su carrera de actor, pero se siente feliz por haber regresado a casa. «Hollywood está muy incómodo. No puedo hacer películas de acción y tampoco tengo ganas; quería bajarme del caballo y tirar la armadura y la espada», dice cansado de su encasillamiento de malote mexicano en la fábrica de sueños. «Allí ni hay incentivo fiscales y es más fácil trabajar en el País Vasco o en Tenerife en una película americana que hacerlo en Hollywood. Todo el mundo se va y está dejando de ser el epicentro de cine», reconoce. «California es demócrata -agrega-, los republicanos que hay en Hollywood son anti Trump y sus políticas no ayudan. Fui feliz allí, pero ahora estoy más feliz aquí».

Sergio Peris-Mencheta. José Ramón Ladra

En el libro repasa lo mejor y lo peor de su vida. Celebra el impagable apoyo de Marta Solaz, su mujer, y no elude hablar del maltrato al que le sometió su padre, «como él lo sufrió por parte de mi abuelo, ambos víctimas de leucemia». Pero está encantado de haber roto esa cadena genética y emocional que lo anclaba al cáncer y la violencia. «Con mi padre viví el terror y el amor más intenso que se puede experimentar. Es la persona que más he querido y la que más he temido». «Cuando me casé me preocupaba repetir el patrón del maltrato con mis hijos, pero he roto esa y otras muchas cadenas de esos karmas que se arrastran de generación en generación», se enorgullece.

Regresa al teatro con 'Blaubereen', una «comprometida pieza escénica documental» que denuncia el genocidio a través de Auschwitz y el papel de los 'inocentes' cómplices del Holocausto judío. Escrita por Moisés Kaufman y Amanda Gronich, la pieza que adapta y dirige Peris-Mencheta fue finalista en los premios Pulitzer en 2024 y alza el telón el 5 de junio en los teatros del Canal.

Holocaustos

«Comenzamos a preparar la obra hace tres años, antes de que empezara la guerra de Gaza. La realidad se ha aproximado a la ficción, pero las víctimas el Holocausto no son perpetradores de otro holocausto; no olvidemos que aquí el perpetrador es el Gobierno de Israel y su presidente, como lo es Hamás». «Quiero dejar muy claro que la obra no blanquea a Israel, como alguien ha sugerido», agrega.

«Por desgracia los genocidios están a la orden del día y cualquiera de nosotros podría ser un perpetrador como los nazis, aquellos telegrafistas o reposteros que encontraron una nueva identidad en las SS, o los genocidios de Camboya, Ruanda, Armenia, Bosnia», dice justificando haber abordado una pieza sobre este asunto.

Se aferra Peris Mencheta al teatro y la cine con la misma intensidad. «Son complementarios. Empecé dirigiendo teatro en un taller universitario para ligar, y de ahí me ofrecieron un papel. El actor y el director nacieron al mismo tiempo», asegura aclarando que se plantea «como un juego todo cuanto hago en el teatro desde que salí profesionalmente del armario con 'Incrmentum' en 2011, empujado por Mario Gas».

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